miércoles, 29 de junio de 2011
lunes, 13 de junio de 2011
Viñeta del día 10/06/2011

Muchos tendrán como experiencia escolar el insulto o la crítica sobre lo que haces mal todos los días, y esto hace que la motivación, el interés y la autoestima disminuya notablemente.
Hay tres cosas que hace mal la maestra en esta viñeta, una encadenada a la otra:
1. No criticar constructivamente.
2.Gritarle al niño, y llamñandole burro.
3. Le dice que se calle posteriormente.
En definitiva, tenemos como resultado, y más que comprobado por nosotros mismos, que los maestros no saben alabar o reconocer el esfuerzo y resultado, y solo critican, pero no para corregir, sino para faltar el respeto, centrando su ira en el niño (cosa que es intolerable).
En la universidad se sigue haciendo (todos sabes qué profesor) y vale, ahora mucha gente pasa de lo que se diga, pero hay muchos, con sensibilidad a flor de piel, que puede afectarles mucho.
A nosotros, como adultos, no nos afectan, pero sí a los niños, sensibles y que no tienen la culpa de una maestra histérica que no sabe apreciar lo que el niño ha hecho bien (como por ejemplo el haberse esforzado por haber hecho una reacción) y sí lo que hace mal (el error en el verbo).
Lo que suelen hacer las maestras es gritar el error, faltar al respeto al niño diciendo que es un burro y ahí viene el círculo vicioso, donde los niños son propensos a entrar después de esto.
Y esto un día tras otro marca. Y la responsabilidad de que el niño haya cometido el error no es de él, sino de la maestra que no lo ha explicado para que el niño lo entienda o, como todo el mundo, el niño simplemente tiene un error, que se puede corregir, sin gritar ni faltar a nadie.
Deberíamos considerar el alabo una técnica eficaz para dar una buena base motivacional y emocional, que colme a los niños de felicidad y que se sientan valorados por lo que hacen e intentan.
Hay tres cosas que hace mal la maestra en esta viñeta, una encadenada a la otra:
1. No criticar constructivamente.
2.Gritarle al niño, y llamñandole burro.
3. Le dice que se calle posteriormente.
En definitiva, tenemos como resultado, y más que comprobado por nosotros mismos, que los maestros no saben alabar o reconocer el esfuerzo y resultado, y solo critican, pero no para corregir, sino para faltar el respeto, centrando su ira en el niño (cosa que es intolerable).
En la universidad se sigue haciendo (todos sabes qué profesor) y vale, ahora mucha gente pasa de lo que se diga, pero hay muchos, con sensibilidad a flor de piel, que puede afectarles mucho.
A nosotros, como adultos, no nos afectan, pero sí a los niños, sensibles y que no tienen la culpa de una maestra histérica que no sabe apreciar lo que el niño ha hecho bien (como por ejemplo el haberse esforzado por haber hecho una reacción) y sí lo que hace mal (el error en el verbo).
Lo que suelen hacer las maestras es gritar el error, faltar al respeto al niño diciendo que es un burro y ahí viene el círculo vicioso, donde los niños son propensos a entrar después de esto.
Y esto un día tras otro marca. Y la responsabilidad de que el niño haya cometido el error no es de él, sino de la maestra que no lo ha explicado para que el niño lo entienda o, como todo el mundo, el niño simplemente tiene un error, que se puede corregir, sin gritar ni faltar a nadie.
Deberíamos considerar el alabo una técnica eficaz para dar una buena base motivacional y emocional, que colme a los niños de felicidad y que se sientan valorados por lo que hacen e intentan.
miércoles, 8 de junio de 2011
Viñeta del día 08/06/2011

COMO SI NO ESTUVIÉRAMOS
Muchas veces nos han dicho "venga, habla, relájate, tú como si no hubiera nadie" y en realidad tiene su parte buena y su parte mala.
Por un lado, te sirve a ti para quitarte la vergüenza, pero por otro lado, es un claro exhibicionismo público del que no se espera otra cosa que el reconocimiento posterior, y por lo tanto, quedar bien ante la gente que te rodea o la más allegada, sin pensar en la otra persona.
Esta simple ecuación linguística es la que nos da a nosotros el sentido de timidez y poca participación, unido al miedo a equivocarse. Quizar exponer en pública no sea el fuerte de alguien, pero es bueno que tomes tu la iniciativa y no tengas la presión de alguien, que te mira para decirte "eso está mal"; intentas, por eso, exponer de tal forma que buscas la manera de no equivocarte para recibir críticas o no avergonzarte.
La técnica del "venga, tranqui, que no pasa nada, aquí tenemos todos confianza" en una clase de Infantil puede implicar que algún momento la rutina sea interrumpida y a los niños les cause confusión, e incluso no sepan que está pasando, quien es esa persona, y qué está diciendo.
Con esto concuerdo con el comentario de mi amiga María Vallejo, que las dos fuimos a un aula de Infantil para la práctica final del trabajo de investigación, y la maestra hizo una pequeña asamblea para que nosotras viéramos como se hacía. ¿Los niños?, perdidos y sin saber que decir.
Quizás es hora de dejar la timidez a un lado mediante esta fórmula, pero cuesta mucho hacer natural algo que sabes que no va a ser así, porque vas a hacerlo para que no te critiquen.
Por un lado, te sirve a ti para quitarte la vergüenza, pero por otro lado, es un claro exhibicionismo público del que no se espera otra cosa que el reconocimiento posterior, y por lo tanto, quedar bien ante la gente que te rodea o la más allegada, sin pensar en la otra persona.
Esta simple ecuación linguística es la que nos da a nosotros el sentido de timidez y poca participación, unido al miedo a equivocarse. Quizar exponer en pública no sea el fuerte de alguien, pero es bueno que tomes tu la iniciativa y no tengas la presión de alguien, que te mira para decirte "eso está mal"; intentas, por eso, exponer de tal forma que buscas la manera de no equivocarte para recibir críticas o no avergonzarte.
La técnica del "venga, tranqui, que no pasa nada, aquí tenemos todos confianza" en una clase de Infantil puede implicar que algún momento la rutina sea interrumpida y a los niños les cause confusión, e incluso no sepan que está pasando, quien es esa persona, y qué está diciendo.
Con esto concuerdo con el comentario de mi amiga María Vallejo, que las dos fuimos a un aula de Infantil para la práctica final del trabajo de investigación, y la maestra hizo una pequeña asamblea para que nosotras viéramos como se hacía. ¿Los niños?, perdidos y sin saber que decir.
Quizás es hora de dejar la timidez a un lado mediante esta fórmula, pero cuesta mucho hacer natural algo que sabes que no va a ser así, porque vas a hacerlo para que no te critiquen.
viernes, 3 de junio de 2011
Viñeta del día 03/06/2011
Esta viñeta es totalmente contraria a la anterior comentada, y puede verse a kilómetros. ¿Cómo puede un profesor decir que un niño es diferente y por ello mandarlo a un aula especial?
Los profesores definirían "diferente" como un niño que va un poco retrasado con respecto al grupo, y para no perder más tiempo con él, lo manda a una clase especial. Que buen ser humano.
Quizás estemos ante un problema de mala evaluación o de expectativa negativa, que acaba por fastidiar, como siempre, al niño y sin tener culpa de ello.
Un profesor debe detallar el por qué ese niño es "diferente" y en todo caso dar parte de ello con buenos argumentos. Decir a secas que es diferente y sin dar más explicación o desarrollar el problema no es eficiencia docente, es más bien quitarse niños problemáticos de la vista.
No estaría tampoco bien empleado el uso de "diferente" y por ello lo pongo entrecomillado. A nadie le gustaría que se nos llame diferente, porque somos igual que los demás, pero de una manera u otra, hay excepciones que nos limitan y nos hacen ser como somos. Eso no es ser diferente, es ser especial, pero no por ello somos diferentes al grupo y nos tienen que apartar.
Debemos tener cuidado con el diagnóstico y la etiqueta que se le pone al niño, o podría marcarlo sin que él pueda hacer nada; el profesor es el que tiene la carta en su mano.
jueves, 2 de junio de 2011
Viñeta del día 01/06/2011

Una y otra vez nos han repetido que hay que infundar valores positivos en Infanfil, y la viñeta puede ser un claro ejemplo de no discriminación por, en este caso, deficiencia auditiva.
¿Por qué un niño que es sordo no va a poder jugar como los demás? Y además de esto, se le discrimina por ser como tal, debido a la sociedad y en todo caso a lo que fomentan las maestras en sus clases, y también imcumbe a la familia.
Pero no estoy muy segura de que un niño sordo esté bien adaptado en una clase de Infantil donde no se le facilita los medios para poder aprender como los demás o llevar el ritmo de la clase.
Sinceramente yo pienso que un niño se desarrollaría mejor en un centro especializado, pero viniendo al caso de la viñeta, no hay nada de malo que un niño sordo pueda hacer vida normal, cosa que hoy vemos como un gran impedimento y solucionamos con un "no te juntes con ese". Y así hemos llegado a ser tan racistas o poco tolerantes, que corriendos ya decimos "quita".
Todo nos molesta ya y los niños son muy sensibles en cuanto a tener una referencia adulta, y no nos damos cuenta que los niños ven, oyen y hacen. Puede que sea una regla matemática fácil, pero no nos entra en la cabeza que el valor en Infantil puede marcar su forma de ser en un futuro. Los problemas llegan luego, y preferimos curar, a prevenir... como viene sucediendo.
Es muy simple deducir que un niño a esa edad no tiene ningún sentido de valor, pero en realidad asombra como la conducta del niño ante un estimulo determinado se fundamenta en una creencia o en un valor, ya sea provocado por imitación o porque no se les ha enseñado unas normas y unos valores que deben seguirse en la clase.
Por ello, debemos reflexionar y preguntarnos ahora por lo siguiente:
¿Donde queda el valor y el espíritu en Infantil? Si nadie se lo enseña, ¿quién lo va a hacer?
Esa tarea, nos tocará a nosotras, y estamos listas para ello seguro
¿Por qué un niño que es sordo no va a poder jugar como los demás? Y además de esto, se le discrimina por ser como tal, debido a la sociedad y en todo caso a lo que fomentan las maestras en sus clases, y también imcumbe a la familia.
Pero no estoy muy segura de que un niño sordo esté bien adaptado en una clase de Infantil donde no se le facilita los medios para poder aprender como los demás o llevar el ritmo de la clase.
Sinceramente yo pienso que un niño se desarrollaría mejor en un centro especializado, pero viniendo al caso de la viñeta, no hay nada de malo que un niño sordo pueda hacer vida normal, cosa que hoy vemos como un gran impedimento y solucionamos con un "no te juntes con ese". Y así hemos llegado a ser tan racistas o poco tolerantes, que corriendos ya decimos "quita".
Todo nos molesta ya y los niños son muy sensibles en cuanto a tener una referencia adulta, y no nos damos cuenta que los niños ven, oyen y hacen. Puede que sea una regla matemática fácil, pero no nos entra en la cabeza que el valor en Infantil puede marcar su forma de ser en un futuro. Los problemas llegan luego, y preferimos curar, a prevenir... como viene sucediendo.
Es muy simple deducir que un niño a esa edad no tiene ningún sentido de valor, pero en realidad asombra como la conducta del niño ante un estimulo determinado se fundamenta en una creencia o en un valor, ya sea provocado por imitación o porque no se les ha enseñado unas normas y unos valores que deben seguirse en la clase.
Por ello, debemos reflexionar y preguntarnos ahora por lo siguiente:
¿Donde queda el valor y el espíritu en Infantil? Si nadie se lo enseña, ¿quién lo va a hacer?
Esa tarea, nos tocará a nosotras, y estamos listas para ello seguro
sábado, 28 de mayo de 2011

UNO MÁS
Una vez más, nos queda demostrado que las ilusiones de los niños cuando van a entrar a una clase de Infantil se quedan en un punto muerto, por culpa de la maestra. Y la viñeta lo confirma.
Las maestras ven en un niño nuevo eso, uno más. No va más allá de los límites y de lo que significaría tener un niño más en su clase. El niño, como siempre, viene con sus ilusiones puestas en que todo va a ser diversión, juegos... mientras aprende e interacciona con los demás.
Las esperanzas que un niño tiene, no se deben perder en Infantil. Debemos velar por su interés y constantemente debemos permanecer atentas por si surge alguna anomalía o se aburren.
Seguramente todos hemos pasado por ese trance, porque nos ha parecido repetitivo, aburrido, cansado e incluso desesperante, y esto es lo que debemos evitar si queremos una clase de Infantil con un ambiente cálido, alegre, acogedor, donde el interés del niño conlleve actividades diarias interesantes y no siempre lo mismo. La rutina marca al niño, pero la variedad lo estimula positivamente y desarrolla en cierto grado su creatividad e imaginación, porque cada día innovas e incluso los niños pueden innovar contigo, porque son lo más importante en la clase y se les debe atender y escuchar.
Una profesora que solo ve a un niño más no conoce el verdadero espíritu de Infantil. Yo, en mi caso, hubiera pensando "¡Que bien! Verás cuantos amiguitos te esperan y están deseando jugar contigo a los disfraces". Esto, quieras o no, condiciona en gran medida la exprectativa del niño, y su motivación se incrementa cuando ve que cada día el espíritu de la clase es ese, y mejor.
Hay que pensar muy bien que queremos hacer en una clase de Infantil con los niños. No son cosas, son personas como nosotras, y no se pueden tratar igual, todo el día con fichas.
Las maestras ven en un niño nuevo eso, uno más. No va más allá de los límites y de lo que significaría tener un niño más en su clase. El niño, como siempre, viene con sus ilusiones puestas en que todo va a ser diversión, juegos... mientras aprende e interacciona con los demás.
Las esperanzas que un niño tiene, no se deben perder en Infantil. Debemos velar por su interés y constantemente debemos permanecer atentas por si surge alguna anomalía o se aburren.
Seguramente todos hemos pasado por ese trance, porque nos ha parecido repetitivo, aburrido, cansado e incluso desesperante, y esto es lo que debemos evitar si queremos una clase de Infantil con un ambiente cálido, alegre, acogedor, donde el interés del niño conlleve actividades diarias interesantes y no siempre lo mismo. La rutina marca al niño, pero la variedad lo estimula positivamente y desarrolla en cierto grado su creatividad e imaginación, porque cada día innovas e incluso los niños pueden innovar contigo, porque son lo más importante en la clase y se les debe atender y escuchar.
Una profesora que solo ve a un niño más no conoce el verdadero espíritu de Infantil. Yo, en mi caso, hubiera pensando "¡Que bien! Verás cuantos amiguitos te esperan y están deseando jugar contigo a los disfraces". Esto, quieras o no, condiciona en gran medida la exprectativa del niño, y su motivación se incrementa cuando ve que cada día el espíritu de la clase es ese, y mejor.
Hay que pensar muy bien que queremos hacer en una clase de Infantil con los niños. No son cosas, son personas como nosotras, y no se pueden tratar igual, todo el día con fichas.
jueves, 26 de mayo de 2011
Clase del día 25/05/2011

¡VAMOS A DORMIR CON UN CUENTO!
Fue de las mejores clases prácticas de motricidad que he experimentado.
La parte de la relajación no es que sobrara, es que no se tomaba en serio (yo a veces, por ejemplo, me reía de las de al lado o hacía algún comentario gracioso).
La parte de la danza y posterior fue más animado, aunque la danza tuvo sus complicaciones ya que no seguíamos bien el ritmo y debido a un error de cálculos con los pasos inciales.
Pero quizás, la mejor parte de la práctica, se la llevó la actividad del sueño y el cuento.
A mi sinceramente me encantó esta actividad, más la primera que la segunda, sobre todo porque me gusta poner la voz de niña pequeña e imitarlos.
Tuvimos que hacer todos caso de la improvisación, y mayormente, tenían que estar pendientes de mi. El teatro era lo siguiente: Cuatro niñas estaban apunto de dormir, pero una (yo) no tenía sueño y necesitaba contarle a alguien un cuento para dormirse. Entonces, se le ocurrió un cuento que había escuchado, pero no se acordaba muy bien y había mezclado con anuncios de la televisión. La niña que no se podía dormir empezó a decir que una había una vez hace tiempo una niña que se llamaba caperucita y que iba con comida que le había dado su madre a casa de su abuela. Se tiró "media vida" para recorrer el bosque y se encontró con el lobo, pero como Caperucita estaba "a su rollo" cogiendo flores el lobo prefirió ir a casa de la abuela, donde la secuestró y no se la quiso comer "porque estaba pocha". Cuando llegó Caperucita, éste fue el diálogo:
CAPERUCITA- Ay abuela, que cambiada te veo, tienes que dejar esa medicación... ¡Ay, abuela, que ojos más grandes tienes!
LOBO- Es porque me he hecho la cirugía estética.
CAPERUCITA- Anda, ¡y que orejas más grandes tienes!
LOBO- Es porque no oía bien y me pusieron un sonotone de GAES
CAPERUCITA- Pero abuela, ¡que mostacho más grande tienes!
LOBO- Es que se me olvidó comprar espuma de afeitar.
CAPERUCITA- Pero, ¿y esa boca, abuela?
LOBO: ¡Es para comerte mejor!
Entonces, caperucita dijo ¡ALTO! ¡QUE YO SE KARATE! y le hizo al lobo "Pim pam toma lacasitos" y al final venció al lobo y pudo rescatar a la abuela que la tenía encerrada.
Y acabó el cuento con un colorín colorado, y todas las niñas durmiendo.
La pesadilla, sin embargo, no fue cosa del imprevisto, y fue la que más nos costó decidir. La pesadilla "absurda" consistía en que un hombre vio a un ratón, y empezó a darle con la escoba, pero como no lo había matado, se le ocurrió pegar la zona con pegamento, y así los ratones se quedarían pegados y podía matarlos, pero en un descuido se quedó él pegado, y los ratones salieron para matarle... ¡a cosquillas!.
Me dio pena no volver a tener más clases prácticas de motricidad, y más por las actividades tan divertidas que nos esperaban (sobre todo los sonidos de boda, ambulancia y el gol del mundial, con el que me hubiera despertado yo).
La parte de la relajación no es que sobrara, es que no se tomaba en serio (yo a veces, por ejemplo, me reía de las de al lado o hacía algún comentario gracioso).
La parte de la danza y posterior fue más animado, aunque la danza tuvo sus complicaciones ya que no seguíamos bien el ritmo y debido a un error de cálculos con los pasos inciales.
Pero quizás, la mejor parte de la práctica, se la llevó la actividad del sueño y el cuento.
A mi sinceramente me encantó esta actividad, más la primera que la segunda, sobre todo porque me gusta poner la voz de niña pequeña e imitarlos.
Tuvimos que hacer todos caso de la improvisación, y mayormente, tenían que estar pendientes de mi. El teatro era lo siguiente: Cuatro niñas estaban apunto de dormir, pero una (yo) no tenía sueño y necesitaba contarle a alguien un cuento para dormirse. Entonces, se le ocurrió un cuento que había escuchado, pero no se acordaba muy bien y había mezclado con anuncios de la televisión. La niña que no se podía dormir empezó a decir que una había una vez hace tiempo una niña que se llamaba caperucita y que iba con comida que le había dado su madre a casa de su abuela. Se tiró "media vida" para recorrer el bosque y se encontró con el lobo, pero como Caperucita estaba "a su rollo" cogiendo flores el lobo prefirió ir a casa de la abuela, donde la secuestró y no se la quiso comer "porque estaba pocha". Cuando llegó Caperucita, éste fue el diálogo:
CAPERUCITA- Ay abuela, que cambiada te veo, tienes que dejar esa medicación... ¡Ay, abuela, que ojos más grandes tienes!
LOBO- Es porque me he hecho la cirugía estética.
CAPERUCITA- Anda, ¡y que orejas más grandes tienes!
LOBO- Es porque no oía bien y me pusieron un sonotone de GAES
CAPERUCITA- Pero abuela, ¡que mostacho más grande tienes!
LOBO- Es que se me olvidó comprar espuma de afeitar.
CAPERUCITA- Pero, ¿y esa boca, abuela?
LOBO: ¡Es para comerte mejor!
Entonces, caperucita dijo ¡ALTO! ¡QUE YO SE KARATE! y le hizo al lobo "Pim pam toma lacasitos" y al final venció al lobo y pudo rescatar a la abuela que la tenía encerrada.
Y acabó el cuento con un colorín colorado, y todas las niñas durmiendo.
La pesadilla, sin embargo, no fue cosa del imprevisto, y fue la que más nos costó decidir. La pesadilla "absurda" consistía en que un hombre vio a un ratón, y empezó a darle con la escoba, pero como no lo había matado, se le ocurrió pegar la zona con pegamento, y así los ratones se quedarían pegados y podía matarlos, pero en un descuido se quedó él pegado, y los ratones salieron para matarle... ¡a cosquillas!.
Me dio pena no volver a tener más clases prácticas de motricidad, y más por las actividades tan divertidas que nos esperaban (sobre todo los sonidos de boda, ambulancia y el gol del mundial, con el que me hubiera despertado yo).
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