
23 de febrero
PRESENTACIÓN ESPORÁDICADesde un punto de vista crítico, la maestra debería haber establecido una conversación con su nuevo alumno, quien describe quien es, como se llaman sus padres y qué hacen, y que quiere ser de mayor. La maestra simplemente le responde que va a ser su maestra.
Lo primero es que es fundamental establecer una conversación con el niño, hacer que hable, que se exprese, y que se sienta escuchado; así lo único que se consigue es que el niño no hable más.
Lo segundo es que la maestra no se pone en igualdad de condiciones, si el niño te describe su vida, habla brevemente de la tuya a su edad, o simplemente “seguirle la corriente” al niño, e ir comentando lo que dice, como por ejemplo, si el niño dice “y de mayor quiero ser astronauta”, la maestra podría haber dicho “¡Anda, yo también quería serlo!”, “¡Eso es genial! Seguro que está muy bien” o “Algunos de tus nuevos compañeros también quieren serlo... ¿quieres conocerlos?
En esta viñeta, claramente se nota que la maestra pasa de lo que dice el niño, y esto puede causar a la larga una frustración. La maestra no sabe con su respuesta puede que el niño se dé cuenta de que no le escuchan, no se siente valorado, no se le contesta a lo que él mismo ha tenido que responder, es decir, siente que no sirve de nada hablar, y el niño, no hablará por miedo a no ser escuchado.
Es un problema serio si no nos lo planteamos a su debido tiempo. A un niño se le debe dar rienda suelta a su imaginación, hacerse amigo de él, para que se sienta querido y piense que la escuela es su segundo hogar, hablar, responder, jugar, moverse, divertirse... y esto, depende de la maestra.
Finalmente, yo me pondría en el caso de la maestra, y no se me hubiera ocurrido decir eso. A mi e hubiera gustado hablarle un poco de mi, ponerme a su nivel y decirle que sus compañeros le esperan con un gran saludo y entusiasmo... no hay nada mejor que motivar desde el primer día al niño.
No se puede ser una maestra pasiva cuando un niño requiere atención, no se puede no darle importancia a lo que el niño expresa, la maestra debe tener unos objetivos fijos con sus alumnos, ser una más de entre sus alumnos, mostrarles que se puede aprender de forma divertida y sobre todo que siempre va a estar ahí para hablar con ellos, escucharles, jugar, cantar, bailar con ellos, hacer de su infancia una etapa feliz.

25 de febrero
ODIAR LO QUE SE ESTUDIAEn un principio, podemos ver a dos chicos hablando, y parecen aburridos. Uno de ellos le dice a otro que podrían aprender sin odiar lo que se estudia, y alguna vez nos ha pasado eso, pero no es un caso frecuente en Infantil o incluso en primaria, donde los niños van a divertirse mientras aprenden.
Que el niño se aburra u odie una asignatura no depende de la misma, depende de la maestra y de cómo se imparte dicha asignatura. Por ejemplo, las ciencias naturales pueden ser divertidas si por ejemplo un día vamos al Parque de las Ciencias o si se hacen actividades que entretengan y enseñen a la vez, sin necesidad de caer en una rutina que a veces puede cansar a los niños, e incluso, odian.
No es bueno, desde mi punto de vista, que un niño odie una asignatura. Puede llegar a pensar que no sirve para esa asignatura y con ello cogerle manía, y posiblemente reduzca su propia autoestima. La autoestima puede disminuir porque a lo mejor el niño no entiende la asignatura y se ve incapaz, el profesor es muy estricto o no imparte bien la materia, o porque no han aprendido nada sobre ello.
El término de odiar una asignatura cada vez está más extendido, y debemos de empezar nosotras, las maestras de infantil, a erradicarlo. Una asignatura no se debe odiar si se imparte con gracia, se motiva al alumnado y se transmite de un modo dinámico o divertido. Una clase en la que el profesor grita, no explica la materia, no resuelve las dudas o no motiva a sus alumnos, será un problema.
Por eso, como conclusión pienso que todas las asignaturas tienen su parte divertida, y todo profesor debe comprometerse a impartirla con agrado, cuyo centro de interés debe ser que sus alumnos, aprendan, y no odien o se aburran con la asignatura. Desde el principio, se debe transmitir el valor de aprender al niño, asociado al juego, a la creatividad, la reflexión y ante todo al propio desarrollo.